miércoles, 25 de marzo de 2009

Sangrado corazón



Tendida la cama, barrido el suelo y ordenada la cómoda, todo era cuestión de salir. Entonces Yolanda cogió la dormilona, la ensartó en un gancho de ropa y la guindó en el armario, junto a los otros vestidos. Acabada la tarde, Yolanda cerró las puertas del armario, después las del cuarto. A diferencia de los días en los que alguien muere, no llovió, tampoco hubo nubes, sólo el mismo calor resplandeciente de todos las tardes, hasta que el sol cayó puntual sobre el patio de la Quinta Sagrado Corazón. Ese reino de corazones abiertos, como guayabas ardientes.

No hay comentarios: